martes, 14 de agosto de 2012

Contemplación



Contemplación
El movimiento del autobús se convierte en un adormecimiento en mis párpados que me va haciendo caer en el sopor. No consigo dormir del todo pero tampoco creo estar despierta. La lucidez me abandona en un bostezo corto que se me escapa a medias. Los ojos se sienten cansados y las manos se retuercen entre sí con nerviosismo contenido.
La mirada enternecida vaga hacia mi acompañante. Le delinea la frente desnuda, el cabello despeinado, las pestañas que se posan con temblor sobre la piel. El aire se escapa de los labios entreabiertos y la nariz que inhala lentamente…  La mirada indaga en la tranquilidad de quien duerme y se hunde en el mundo de sueños. De mañanas mejores, de encuentros, aventuras y felicidad. De pequeñas caricias y cosas que no deberían estar ocurriendo en lo absoluto y que no ocurren. Un suspiro se escapa de los labios que ya no me pertenecen, desde que la somnolencia me ha consumido el cuerpo. Grito por dentro, en el silencio de un alma expuesta y una mano, supongo que la derecha, le arropa con prudencia. No llega más allá de un leve movimiento, altruista en los pliegues, cariñoso en las esquirlas que se incrustan en el pecho.
Me hundo en mi lugar y cruzo los brazos sobre el pecho en una actitud autodefensiva. Bajaría las estrellas, construiría puentes, me perdería en el mientras tanto… y ni siquiera lo está pidiendo. Con la única intención de mantener esa inestable expresión de paz que matiza ese rostro.
El sueño me cosquillea en los labios y sonrío interrumpiendo mi desconocida y abrumadora contemplación.
Mi absorta y ficcional contemplación de un desconocido en una fría noche cualquiera.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Verdaderos errores

Ella lo odia. El la odia.
Ella lo odia por mujeriego, irrespetuoso y frío, porque cuando la mira a los ojos no logra descubrir nada en ellos, sólo la pared inmutable que ha montado frente a su verdadera personalidad. Está segura que aunque le extrañe con locura jamás dirá nada al respecto. Y ella ha optado por seguirle la corriente en su inmanejable actitud.
Aunque le odia como se odian los días grises que hacen llorar, inevitablemente sólo está atribuyendo un sentimiento del cual carece. Inevitablemente le ama con una inocencia apabullante.
Ella no desea mirarle a los ojos, porque pretende que le conoce por completo y que sabe exactamente lo que va a hacer en los próximos minutos. Lo previsible de las acciones de la persona que tiene al lado le asusta de una manera irrefrenable.
El la odia porque cuando la mira, tratando de mantener una entereza que no posee, una renuencia que no siente, se da cuenta que ella lo desnuda de a poco y se va colando en su corazón de una forma natural. Como cuando las aves vuelan, sabes que así es y será. Cortarle un ala a alguna es una crueldad. La odia porque le basta estirar un dedo, quizás el indice, y puede rozar su mano con libertad, y eso simplemente le basta. La odia porque sabe que si cede puede tener acceso a algo más puro de las cosas a las que está acostumbrado.
Fatalmente no la odia, sólo está fingiendo que tuerce los labios y frunce el ceño, que la rechaza con brutalidad y se aparta asqueado. Está fingiendo como lo hace ella.
Pero mientras tanto, mientras el sol se pone o sale apresurado, ajeno a cada uno, y la naturaleza se rebela con discreción, ellos fingen. Sólo un poco apenas. Casi lo justo y necesario. Casi lo exacto para caer en el error.

Soledad

Soledad
El tibio sonido del reloj, el tic tac insistente.
La lluvia que roza el aire y jamás cae,
Todo conforma un todo,
Y cada cosa ocupa el lugar que debe ocupar,
Incluso las aves que viajan de un lugar a otro.

El cielo está delineándose y un paseante es solitario,
Aún rodeado de millones de personas,
Se escabulle entre multitudes,
Y está solo. Ausente, metido en sus pensamientos,
En el tiempo que pasa insistente entre sus venas.

Y la soledad es un veneno que corroe por dentro,
Casi involuntariamente,
Casi voluntariamente,
Se va uniendo a su médula, a sus uñas,
Al aire que respira a cuentagotas.

Y la soledad es una decisión cuasi coherente,
Hasta el punto en que sabe exactamente donde termina el
Y donde comienza el…
Lamentablemente no disfruta, no siente, no sabe…
Lamentablemente es una marioneta del silencio,
Y el silencio en algún misterioso punto empieza a ser dañino…
La ausencia en un preciso instante es una daga…
Y ese tipo de dagas sólo sirven para una cosa.

Historias Oscuras

Historias Oscuras - Parte I
El aire levemente viciado.
Tiene los ojos rojos y el cabello alborotado, una minúscula gotita de sudor le resbala por la sien pero no hace el esfuerzo de quitársela. Mira perdidamente, aunque no está pensando en nada en particular. A veces hace eso, no pensar.
Lo hace por gusto, para caer en esa inconsciencia de no entender lo que está haciendo, hasta que es demasiado tarde y está allí, tirado sobre sus propios deshechos o en algún callejón, mirando un punto negro en la pared manchada. También lo hace porque eso fastidiaría demasiado a su madre, lo cual sin duda le causa un placer, y dolor. Pero el dolor a lo largo del tiempo se vuelve placentero.
Escucha el sonido de sus propios pasos aunque se pregunta si es que esos sonidos provienen de él.
Las reflexiones existenciales se cuelan entre sus huesos, llenan sus poros, se hacen lugar en su nariz y le impiden respirar correctamente. Entonces, tiene que hacer algo, quizás un exabrupto, que le permita dejar de reflexionar y comenzar a respirar con normalidad. Pero para ese momento tiene que ocuparse de las manos temblorosas, humedecidas y los brazos que le duelen. No tiene demasiada fuerza, es un chico delgado, algo encorvado.
Se apresura a llegar a destino.
El día ha amanecido húmedo, con algunos tintes de malicia que se le han impregnado en la piel y no quieren irse. El gato ha desaparecido de nuevo, no sabe que ha sucedido. Su madre le dice que es preferible que no lo sepa, que deje de buscar al bendito animal. Seguramente, lleva una mejor vida que la suya, no tiene que asistir al instituto y aparentar una normalidad de la cual carece en lo absoluto; tantas cosas que hace para colarse debajo de la falda de alguna muchacha bastante accesible.
Pero fingir se le da bien y luego disfruta su teatro; su mundo particular donde él es simpático, atento y cariñoso. Donde no quiere colocarle las manos en el cuello y estrujar.
Olor metálico.
Un tic-tac.
Así, pierde el sentido del tiempo y el espacio. Pierde noción de que camina aceleradamente, sin trastabillar, con los puños tan apretados que los nudillos se le vuelven blancos y las uñas se clavan en su palma, sangrando levemente. No se da cuenta que sus ojos parecen inyectados en sangre y que no se quitan de la figura que da pasos lentos delante suyo. Pierde la noción de que un sonido gutural se escapa de su garganta y, antes de que ella lo note, le da un golpe.
No sabe, pero está pensando… pensando en que aún si fuera de día, la gente no habría notado que ese muchacho desgarbado, y con el cabello sobre los ojos, lleva un cuerpo femenino sobre los hombros. Las personas suelen ocuparse más de su propia burbuja artificial.
Olor metálico y a humedad.
El piso de cemento manchado por doquier y su mirada ambarina perdida en el cuerpo delgado e inconsciente que parece esperarlo. Su mente es un agujero negro lleno de palabras que hacen volteretas y no se ordenan con claridad, aunque algunas prevalecen sobre otras. Son esas voces susurrantes las que le hacen actuar, y sólo despierta cuando ya lo ha hecho.
Tiene la mano teñida de rojizo, y la camisa del instituto manchada de la misma tonalidad. Un arañazo le surca el brazo derecho y le escuece un poco, aunque está demasiado horrorizado como para poner su atención en ello. La lengua le arde también. ¿Qué ha hecho? ¿Qué ha pasado?
Un quejido le sobresalta.
Nuevamente el tic tac insistente.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Caminamos...

Caminamos todo el tiempo, hacia aquí y hacia alla. Caminamos en círculos sobre nuestro propio pasado, sobre nuestros errores y los repetimos.
Caminamos ciegos, caminamos conscientes. Olvidamos con frecuencia hacia donde vamos, indefinidamente. Nos perdemos en la sensación de no tener destino.
Caminamos hacia un futuro incierto, aullando a una luna pasajera, que poco sabe de nuestro deber y querer. Deja que tus aullidos se puedan escuchar, camina.
Caminamos mientras el tiempo da vuelcos en nuestras manos y suspiramos por no poder detenernos. Suspira suavemente.
Caminamos para crecer en el proceso, caminamos...
Aunque bien podriamos volar.

sábado, 16 de octubre de 2010

Sueño
Soñé a un perro de tres cabezas, hablándome de Breton y de Dante, me llevó a pasear con él mientras me regalaba una flor marchita que metí en mi bolsillo. Era una margarita que me podía cumplir cuatro deseos, de los cuales no usé ninguno pues estaba concentrada en la conversación. Debatimos sobre cual era el camino al nirvana, si luego del cuadro azul debíamos doblar a la derecho o a la izquierda. No llegamos a una decisión excluyente y sentí deseos de enfadarme, pues realmente queria llegar. Supuse que las tres cabezas jamás se decidirían. Nuestra charla no fue productiva en lo absoluto, tres horas después estaba agotada y me faltaba el aire, alguien me gritaba al oído que el perro me engañaba. Le ignoré, como se ignoran a los ancianos o a la gente culta, como se da por obvio que existe inteligencia y sabiduría.
Me senté junto al río y un pez paso a mi lado, nadando contra la corriente, le pregunté si el sexo era todo y no contestó, pero lo di por sentado cuando siguió nadando. Pegado al fondo del cuadro agua habia un centavo y el perro me detuvo de tomarla. Me preguntó si mi vida valía esa moneda. Dudé. Sin embargo, no me moví de mi lugar, mirando mi reflejo que se había formado de pronto, como una especie de señal. Supuse que tendemos a ver señales en las cosas más comunes pues es la manera como justificamos nuestros impulsos. La simple idea me dio tristeza, quise ser consciente de mi impulso.
Entonces una de las cabezas me señaló un anciano con una espada que corría de un lado a otro en el otro extremo de la cueva donde estábamos, hablando de molinos y aventuras, tratando de montarse a un dragón que casualmente estaba pasando por allí y que no tenía intención de ser montado. Pero llevaba a una mujer delgaducha y con vestido sobre su cola, ella suspiraba y cantaba canciones. De ningun modo le escuché, la segunda cabeza me advirtió del poder de la música. Un anciano se nos acercó luego, yo aún jugaba con piedras a un costado buscando la manera de callar al perro. El sujeto criticaba mi cabello, mi ropa y un lunar en mi dedo indice, decía que los lunares eran una marca de aquellos que se refugian en el arte para ser felices, lo cual era un destino peligroso. Desde entonces, miré al pequeño puntito con evidente cariño.
Continuó protestando por el calor, el agua, el frío, y un invisible muñeco gordito de mazapán que le había robado el bastón. Debía de haber sido él, pues era gordito, era un muñeco y... Para colmo de males, ¡era de mazapán! La gente siempre fa razones 'válidas' a la hora de criticar, odiar y culpar. Decidí ignorarlo.
Entonces el dragón se molesto de verdad y todo fue humo, un grito, tres ladrillos y el ruido chapoteante de mi cuerpo cayendo al agua, fría, helada. El río absorbiendome de a poco...
Y un hilo finísimo cortado por unas tijeras.
¿Que mas daba? Solo era un baño en el río del inframundo y yo una visita casual.

Es tarde

Es tarde
De pronto piensa que si todo fuese perfecto seria repulsivo y el simple hecho de que esa idea ronde su cabeza le provoca nauseas; una angustia muy pequeña se cuela bajo sus pestañas y suspira, antes de notar que lo hace. Es consciente de que no hay marcha atras y que el camino es mas largo y doloroso de lo que se imaginaba. Quizas el sufrimiento habra de acompañarle hasta el final y ha creído ingenuamente que podría acabar con todo simplemente con desearlo fervientemente.
Sin embargo, no siente el suelo frio, el olor metálico, el agua corriendo en la bañera casi llena. No es capaz de sentir ni siquiera su corazon bombeando mas lento o su respiración volviendose dificultosa. De todas maneras, un recuerdo fugaz le acompaña aletargándole, una mirada cariñosa, el pasto fresco, una brisa de otoño o primavera, no lo ve con claridad. Alguien se ríe a lo lejos, ¿o era ella misma?
Quizas quisiera detenerlo todo ahora, aún sabiendo que es tarde para eso, pero las nauseas regresan y la perfección buscada se vuelve intolerable.
¿En que momento la vida se le antojó tan decepcionante? Pensar que antes disfrutaba de la simpleza, de la sencilla respiración, del cielo despejado, de la tibieza de la piel. Simplemente no es capaz de recordar cuando se olvido de todo ello y comenzó a quejarse de cada insignificante tropezon, del café derramado sobre una camisa, de la comida quemada. Aún con un clima perfecto, el tiempo se le hacía horroroso. Luego llegó su inconformismo y la tristeza incomparable y ese poquito de angustia.
Los recuerdos comienzan a arribar una vez más, sin escape, sin poder detenerlos; se le escurren de las manos minutos de toda una vida que ya no parecen propios, sino un vestigio de algo que ha leído en un libro. Se convierten en momentos dolorosos, tan añejos que quisiera vivirlos, mas recuerda que ya no puede, que ya es tarde. Alguien le sonríe en el espejo y está tan distraído que no nota que es ella misma, dedicándole un ultimo tributo al tiempo detenido en un pasaje.
Finalmente, escucha una campana, como si el recreo se estuviese terminando, y el frio es, esta vez, más reconocible, incluso fastidioso. Se le presenta una sombra oscura e indefinible que sabe, y no entiende como, le está sonriendo. Se le propone ignorarle y unas manos surgen instándole a continuar, lo cual es grotesco y ridiculo en ese monólogo autoimpuesto que le hace van infeliz. En realidad no ha notado que era infeliz, 'pero ya es tarde' se repite y algo le escuece por dentro. Los ojos se le van cerrando lentamente, antes de que pueda notarlo, alguien le abraza suavemente, y la calma tiene sabor a miradas, a otoño y su pez dorado dando vueltas en círculos en la pecera; tal vez nunca fue dorado.
Entonces, descansa, y se arrepiente, pero sigue siendo demasiado tarde.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Historia sin exito

Este cuento lo publiqué en la pag donde suelo publicar todas mis historias, es un anexo en realidad de la página donde... realmente, publico todo. No tuvo mucho éxito pero vale la pena ponerlo aquí:



Espero que puedan entrar y les guste. Saludos...

Ya da igual
Ruby P. Black

Se levantó como de costumbre. Inocua. Pero está vez decidida. Como quien toma decisiones luego de pasar una larga noche sumida en la oscuridad de una habitación dando vueltas sin sentido.
Entonces supo que no era un buen día, ya que estaba grisáceo y nublado, olía a humedad y una lluvia intensa que recaería sobre ella torpemente. Supo que si se levantaba ya no habría marcha atrás para la decisión que había tomado.
Había sido tan sólo de el… ahora ya daba igual.
Daba igual si él notaba que había buscado a toda costa un camino hacia la felicidad y se había rehecho de todos los obstáculos que pudieran impedirle lograr sus sueños. Ya no importaba si luego él de pronto decidía que quería sujetarle la mano y levantarla de ese golpe que se había dado contra el pavimento.
De pronto, si sentía que las lágrimas se le escapaban por las mejillas no importaba pues nada le dolía. Estaba hueca. Insulsa.
Algo en su interior se asemejaba a un músculo inerte que se movía repetidamente y a un ritmo constante. Sin sobresaltos. Sin emoción alguna.
Así salió de su departamento sabiendo que todo lo que había vivido y escuchado era real, que de alguna manera si era verdad que él estaba cerca pero así mismo tan lejos…
Se dio cuenta que era eral y verdadero que ya le daba igual saber de él, de sus compañías, de sus sueños, de su manera de besar. De su mirada cristalina y sincera. De esa mirada que la embrujaba día a día.
A veces, se dijo, es necesario mirar hacia delante y tomar impulso de cada caída para subir a la superficie, obviar que había algo que la estaba empujando y hundiendo en un pozo sin fondo.
- No, hoy no puedo.
Y el discurso se volvió tan reiterado que luego olvidó de cuando había decidido empezar a decirlo. Ya no más él en su vida. Ya no más escucharlo. Ahora le daba igual sentir que se habían quebrado sus esperanzas de aferrarse a él y sujetarse el uno en el otro para ser felices. Ya le daba igual saber que jamás compartiría su camino con ese muchacho.
Tan sólo así, un día, se olvidó de su mirada, de su sonrisa cálida y un tanto arrogante. Se olvidó de las conversaciones compartidas y de que alguna vez se besaron a escondidas.
De pronto, sólo sucedió.
- Disculpa… pero no me acuerdo de quien hablas…
- Pero… - interrumpió su amiga preocupada.
- Lo siento. Tal vez te has confundido, ese nombre no me recuerda nada.
Y así como se fue el recuerdo, un día se encontró mirando la blanca pared de la habitación del departamento. Sentía en el pecho esa sensación de vacío, algo le faltaba. Algo que quizás muy cerca estaba pero por orgullo y por cobardía no había tenido el valor de conseguir.
A veces el valiente no es el que demuestra un coraje desmedido y no tiene ningún tipo de temores; sino que es aquel que aún cuando siente flaqueza y temor hace lo que debe hacer. Lo correcto. Lo que realmente le hace feliz.
Y entre cobardía y anhelos ella lentamente se dejó morir…

FIN

miércoles, 17 de marzo de 2010

- Prólogo -

Prólogo de "Sueños robados a Morfeo"


Oscurece de pronto, el cielo abandona los lienzos rojizos y anaranjados prendiéndose fuego en una oscuridad deliciosa. Poco a poco va dando paso a pequeñas luces, las estrellas en su máxima expresión, abriéndose paso.
Caminas hacia la habitación, asegurándote que todo está correctamente cerrado, que la seguridad te permitirá descansar. Que tendrás un sueño reparador y cada parte de tu cuerpo se relajará completamente.

Terminas de apagar una luz a tus espaldas, el silencio no te abruma, sino mas bien es agradable. Parece como si hubiese sido hecho para ti, pues es tu compañero durante las siguientes horas, durante días y noches. Es refrescante cuando el viento se cuela por una ventana entreabierta y te acaricia el rostro, como si fuera un fantasma.
La habitación huele a incienso, aunque lo encendiste hace rato. La ropa de dormir se desliza por tu piel y pareciera que todo el cansancio del día aparece de pronto, adueñándose de músculos entumecidos, subiéndose a galope de tu nuca.
La noche es tan fresca que tienes intención de sumirte en un sueño sin final. Pero tus ojos se desvían al buró, enciendes la luz, que tenuemente ilumina el cuarto. Las sombras conocidas te brindan una estabilidad infantil, añeja.

Tomas en tus manos un libro de tapas negras aterciopeladas, páginas amarillentas que tienen olor a fruta, a lágrimas, a risa. Te detienes en la primera hoja y escuchas con atención, te envuelven las palabras, devorándote, llevándote a otro universo, a los brazos del dios del sueño. Morfeo te cautiva de pronto, cantándote, mientras tus ojos se deslizan ávidos. Y sin embargo, adormilados.

Dejas de sentirte pesado y los músculos se relajan.

Antes de dormir, te dispones y comienzas, a leer…

lunes, 15 de marzo de 2010

Iniciando...

Todo en la vida tiene un principio, así que para comenzar, vamos a empezar como yo creo que pueden empezar todas las cosas lindas. Dejando de lado que este blog sea lindo o no, claro está. Aquí un cuento para dar inicio:


¿Cómo desnudar a un angel...?


¿Cómo se hace? ¿Cómo se le quitan las alas y se desliza la delicada túnica hasta que suavemente toca el piso? ¿Cómo se le besa?

Él la rodeó con los brazos y le abrazó, ya que una costumbre, con el corazón.

¿Cómo se le muestra seguridad? Si el cielo parece desboronarse sobre ellos en un instante que se escapa de las manos... Se alejó para observarla, sabiendo que era capaz de ver en sus ojos lo mismo que él veía en los suyos; lo cual no parecía provocarle ningún temor.

¿Cómo suena el arpa y la música de un angel?

- te amo...

Existen infinidad de palabras y tan pocas maneras de utilizarlas cuando el sol sigue ocultándose.

¿Cómo le besa? Volvió a preguntarse y se inclinó suavemente sobre ella, cubriendo con sus labios los ajenos, mientras su mano oprimía la nuca desnuda y la otra sujetaba la pequeña cintura.

¿Los ángeles saben a gloria? Su mano traviesa recorrió un botón desprolijo, molesto en una camisa ajustada. Reclamó más del beso, porque aún no terminaba.

¿Cómo se desnuda a un angel? La pregunta se repitió en su mente una y otra vez. No había respuesta, cuando tenía muchas otras preguntas más. Quizás lentamente, depositándolo en un sillón confortable, luego dándole importancia a sus labios enrojecidos, levemente hinchados, sofocando un gemido. Ansioso. Pidiendo más, suplicando por más.

Se procura ser cuidadoso, y luego se le alza en brazos con deseo y posesión, dándole la oportunidad siempre de detener lo que le exige el pecho. Y se le besa sin pretender nada más que hacerle saber que el amor es eso que le hace doler el corazón, que le descontrola, y crece cada dia más a su lado.

¿Cómo se le dice tantas cosas? A él le basta un beso, ella le conoce tan bien que el tiempo es infinitamente generoso a su lado.

¿Cómo se desnuda a un angel? No tenía respuesta para eso, pero la ignorancia era el mejor sentimiento que disfrutaba en ese momento...


Ojalá haya gustado. Lo escribí hace mucho por lo que he tratado de hacerle unos retoques ortográficos, quizás se me hayan pasado por alto otros. ¡Mil perdones!