martes, 14 de agosto de 2012

Contemplación



Contemplación
El movimiento del autobús se convierte en un adormecimiento en mis párpados que me va haciendo caer en el sopor. No consigo dormir del todo pero tampoco creo estar despierta. La lucidez me abandona en un bostezo corto que se me escapa a medias. Los ojos se sienten cansados y las manos se retuercen entre sí con nerviosismo contenido.
La mirada enternecida vaga hacia mi acompañante. Le delinea la frente desnuda, el cabello despeinado, las pestañas que se posan con temblor sobre la piel. El aire se escapa de los labios entreabiertos y la nariz que inhala lentamente…  La mirada indaga en la tranquilidad de quien duerme y se hunde en el mundo de sueños. De mañanas mejores, de encuentros, aventuras y felicidad. De pequeñas caricias y cosas que no deberían estar ocurriendo en lo absoluto y que no ocurren. Un suspiro se escapa de los labios que ya no me pertenecen, desde que la somnolencia me ha consumido el cuerpo. Grito por dentro, en el silencio de un alma expuesta y una mano, supongo que la derecha, le arropa con prudencia. No llega más allá de un leve movimiento, altruista en los pliegues, cariñoso en las esquirlas que se incrustan en el pecho.
Me hundo en mi lugar y cruzo los brazos sobre el pecho en una actitud autodefensiva. Bajaría las estrellas, construiría puentes, me perdería en el mientras tanto… y ni siquiera lo está pidiendo. Con la única intención de mantener esa inestable expresión de paz que matiza ese rostro.
El sueño me cosquillea en los labios y sonrío interrumpiendo mi desconocida y abrumadora contemplación.
Mi absorta y ficcional contemplación de un desconocido en una fría noche cualquiera.

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